LA CIENCIA Y EL JUICIO A LOS FUMIGADORES

Acometer la tarea de la divulgación científica resulta tan atractiva como difícil. Se trata de aplicar la suficiente energía como para que un "quantum" de conocimiento  producido en ámbitos que poseen  rigurosidad y manejan sus propias "leyes", que están munidos además  de protocolos de procedimiento estrictos y cuyos resultados se expresan en un lenguaje "personalizado" presentado en "papers" que sólo son decodificables  para quienes son "del mismo palo" cambie de dirección. En lugar de pasar siempre desde un grupo a otro y de allí hacia ciertos "usuarios", generalmente Poderes, se abra paso y llegue más allá. Se extralimite.


 Los investigadores aparecen , a los ojos mundanos,  como seres vivientes en ámbitos cerrados a todo contacto con lo popular. De modo que el intento para un comunicador, un simple bloggero,  para hacer fluir esa producción en espacios donde hay un "quantum" de ignorancia, (el término no encierra nada peyorativo, sólo describe el estado en el cual están las mayorías respecto del saber científico y de sus protagonistas) requiere armarse de herramientas por las cuales "lo incognoscible" a priori, se haga conocido. Devenga popular. Estalle de alguna manera la burbuja en la que se halla el producto de la ciencia.  Es que el conocimiento si no es popular es una forma de ignorancia. La lleva aparejada. Divulgar ciencia se trata , en parte,  el intentar efectuar un desvío en el destino "natural" del saber científico - pocos - y llevarlo a un punto cercano al alcance de otros - muchos - Y que esos muchos puedan, conociéndolo,  utilizarlo en distintas situaciones. Sobre todo en sociedades como la nuestra, tan proclives a la conformación de "castas": Los científicos, La Justicia,  Los Trabajadores, La Clase Media, Los Pobres, Los Diputados, Los Originarios, Los Urbanos, Los del Campo etc etc donde el saber de unos es ignorado por otros formando compartimientos estancos, devenidos no por obra de la casualidad, sino por el imperio de diversas situaciones que,  o bien tienden a sostener privilegios a partir de "cerrar las puertas", en algunos casos,  o sino,  a mantener atrapados en situaciones prejuiciosas que impidan "abrir las puertas", a otros en otros casos. Una situación y la otra, reflexionamos desde acá,  resultan sinérgicas a un estado de inmovilidad social y de cristalización de los caminos para un posible cambio en el cual el compartir "saberes" pueda generar acciones globales. Pero...¿A que viene toda esta disquisición? ¿Cómo se relaciona todo esto con el juicio a los Fumigadores?

HACERSE "AMIGO" DEL XENOPUS LAEVIS

Aunque le parezca ridículo al lector, o hasta pueda provocar cierta sonrisa, una de las claves para entender las motivaciones que llevaron a los pobladores de Barrio Ituzaingó, en Córdoba, a constituirse en querellantes contra productores agropecuarios linderos a ese barrio y su aerofumigador radica en conocer y comprender la información que "los bichos de laboratorio" aportaron a la causa reduciendo a casi nada el abismo entre la ciencia y lo popular. 

Claro está que el anfibio Xenopus Laevis que es "un modelo tradicional para el estudio del desarrollo embrionario"  no habló por sí mismo. En realidad lo hicieron "declarar" entre balones, pipetas e incubadoras científicos que como el Doctor Andrés Carrasco, director del Departamento de Embriología Molecular de la Facultad de Medicina de la UBA y miembro del CONICET reniegan, entre otras cosas,  del carácter castizo y cerrado de la ciencia biológica. Este animalito tan familiar entre los biólogos fué sometido, en distintas etapas de su desarrollo prenatal,  a las mismas condiciones de "fumigación"y con los mismos elementos tóxicos con los que se practicaban las fumigaciones en los campos linderos a Barrio Ituzaingó, en Córdoba. Más aún en los fundamentos del trabajo realizado por el Doctor Carrasco denominado "Efecto del Glifosato en el desarrollo embrionario de Xenopus Laevis", éste, especifica que la investigación estuvo motorizada, también,  por los casos reportados por médicos y que daban cuenta de malformaciones, no ya en otros Xenopus Laevis, de otros laboratorios,  sino en pacientes humanos de distintas regiones del país entre ellas Barrio Ituzaingó, en Córdoba. Fué la propia comunidad la que puso el semáforo en rojo y disparó una tarea de investigación desarrollada en un ámbito científico en sintonía con esa comunidad. 


EL XENOPUS LAEVIS TAMBIÉN ES QUERELLANTE


Iniciado en el día de hoy, 11 de junio, en los Tribunales II de Barrio Observatorio de la ciudad de Córdoba el juicio contra los productores agropecuarios Francisco Parra y Jorge Gabriello y contra el aerofumigador Edgardo Pancello el Tribunal escuchó la declaración de uno de los querellantes, Medardo Avila Vasquez, quién en 2008 se sumó a esa condición. Mañana lo hará la mujer iniciadora de esta causa, Sofía Gatica, emblemáticamente ligada a las Madres de Barrio Ituzaingó Anexo. Se presume que el juicio se desarrollará hasta el día 20 y posteriormente habrá una desición del Tribunal. Bien se dice, y es totalmente así,  que existe una Ciencia Jurídica para referirse a la actividad que, valiéndose de las herramientas del Derecho y de un método se desarrolla en ámbitos judiciales con el propósito  de investigar la posible comisión de delitos por parte de quienes resultan imputados. Desconocemos cuál sea la estrategia de la querella y también la de la defensa. Sin embargo no es posible que no existan peritos que apoyen la investigación judicial. Médicos, Biólogos o Bioquímicos. ¿Que clase de Ciencia Jurídica sería una tal que no buscara apoyo en aquellos que conocen algo que los Jueces ignoran?  Nos parece una buena oportunidad para que la amistad entre ciertos seres y ciertos saberes se haga presente en el Tribunal permitiéndo que las Ciencias de la Vida y del Derecho, junto a la Comunidad echen mano de las herramientas para buscar y encontrar la verdad de lo ocurrido en barrio ituzaingó. Sólo así tiene sentido el conocimiento científico y también este humilde acto de divulgación científica. Si se lo utiliza para encontrar la VERDAD y hacer JUSTICIA. 


Gustavo Ronsino - CPA OPINIÓN -